octubre 1, 2021 / Autor: ASSEMBLE®
Además de sus operaciones, ganancias y procesos, la cultura organizacional es uno de los pilares más importantes dentro de una empresa. Todas las personas que la conforman deben construirla y mantenerla, pero, ¿por qué un CEO desconoce la cultura de su propia organización?
No significa que no les importe o les sea indiferente; existen directores que no comprenden en su totalidad la cultura de su empresa a pesar de que pueda ser una de sus mayores prioridades. Una organización con una cultura organizacional sana supera a las organizaciones con culturas tóxicas.
Pero, ¿qué es lo que sucede con estos líderes? A continuación te presentamos algunas causas:
Los líderes idealizan su cultura organizacional, ya que observan únicamente el lado positivo de la misma, restándole importancia a los aspectos negativos que existen. La positividad excesiva puede volverse una venda peligrosa.
Si no existen rituales ni procesos para cultivar una cultura sana, el equipo se rompe. Puedes ser un excelente trabajador, líder, contar con los mejores y más capacitados profesionales, pero si predomina una cultura sin trabajo en equipo, convivencia sana, resolución de conflictos estratégico ni gestión emocional, los colaboradores querrán salir de ese entorno.
En ocasiones, podemos encontrar directores narcisistas, que tienden a sobreestimar su desempeño y el de su organización, rechazando todo aquello que no vaya con sus ideales; sabemos que la autocrítica puede ser un proceso complicado, pero es importante hacerlo y saber reconocer cuando tenemos un área de oportunidad.
Hay que recordar que lo que queremos lograr, no es lo mismo de lo que ya hemos logrado. La percepción de un CEO puede ser distinta a la del resto de los trabajadores; llevándolo a confundirse entre la cultura organizacional que desea y la que realmente tiene.
Sabemos que la información financiera es muy importante, sin embargo, que los CEO se centren únicamente en eso, es perjudicial, ¿Por qué? Tomar decisiones de acuerdo a las estadísticas es un acierto, sin embargo, muchas veces los directivos se inclinan a ver los casos de éxito dejando aún lado el resto de la información. No hacen un análisis exhaustivo de lo que está sucediendo en la organización.
Cuando este tipo de prácticas llega al resto de colaboradores, todos se enfocarán en mostrar únicamente los buenos resultados, y en caso de que exista un foco rojo sobre las estadísticas, puede llegar a haber temor de compartirlo porque en la empresa ”solo hay buenos resultados”.
Todas las organizaciones tienen un conjunto de propósitos y el reto es sobrepasarlos y actuar con propósito; es ahí donde se encuentra el desafío. En ocasiones los directores pueden tomar acciones que van contrario a sus propósitos, cayendo en una incongruencia.
No se trata solamente de promesas de valor que nos hagan ver como una organización de excelencia, se trata de cumplirlas y hacerlas válidas en cada una de las acciones que se ejercen.
Para poder tener una mejor visión sobre la empresa que se está dirigiendo, es importante verla desde el otro lado de la moneda: desde sus colaboradores; convertirse en observadores de lo que sucede es clave para poder accionar.
Implementar una fase de evaluación es conveniente; durante esa fase es importante ser objetivos y críticos para detectar qué funciona y qué no. Por último, diseñar la cultura organizacional con vista hacia el futuro de la empresa: ¿Cuál es la cultura que quieres conseguir y qué tienes que hacer para lograrlo?
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